lunes, diciembre 28, 2015

El Metro agobiante de Santiago

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El Metro de Santiago de Chile ha ido creciendo en distancias y capacidad de pasajeros.
Es por lejos el mayor generador de come-caminos, en las enormes lejanías de una ciudad muy larga y ancha, de más de cinco millones de habitantes, cuyas posibilidades de uso crecen a medida que nacen constantemente nuevas estaciones. 
Pero ¡cómo irrita la indolencia de sus usuarios!

Es lastimoso, sobre todo en horas-punta, encontrarse con personas que no hacen ni amago de dejar el acceso apto para los demás, al plantarse en las puertas, por la comodidad de poder bajar de una cuando les llegue el momento.

Lo sorprendente es que aparte de la obstrucción que generan y su falta de cultura cívica elemental, no les importa en lo más mínimo recibir los reclamos de los afectados. Son definitivamente, como decimos en Chile, "car'epalos".

Los hay quienes se ponen de frente a la entrada y también aquellos que se sitúan decididamente de espaldas a las puertas, lo que hace enormemente difícil el salir de, en esas condiciones, auténtica lata de sardinas. 

Para qué decir los mozalbetes quienes se sientan impunemente en el suelo, apenas se produce algún espacio vacío.

En suma, somos incivilizados en la materia, tanto como cuando en las escaleras automáticas nos chantamos parados a ambos lados,  en lugar de hacerlo solo a la derecha, con lo que impedimos el paso de aquellos, quienes simplemente buscan espacio para caminar hacia arriba.




sábado, diciembre 19, 2015

¿Buen día?

Desde que tengo uso de razón (o al menos espero haberla adquirido), he escuchado que en mi entorno chileno nos saludamos con habituales BUENOS DÍAS.

De tanto captarlos y repetirlos al cabo de semanas, meses y año tras año, esos habituales BUENOS DÍAS adquieren todas las características, reflejo de un estado de sensaciones. Bien espontáneos y eufóricos, o simplemente lánguidos y apenas susurrados con vestigios de desánimo. Pero hasta hace algunos años, personalmente no me había cuestionado decir y escuchar BUENOS DÍAS.

Entonces empezó el muy extendido poder de síntesis y se oían sonoros BUEN DÍA, al comienzo muy disonantes por la nula costumbre. Pero, al cabo, ellos dieron motivo para la reflexión. En verdad, ¿por qué tenía que desearse una agradable jornada en plural?  Si el día, cada uno de ellos, no es más que una singularidad. ¿Tendría que ser cada invocación ante el prójimo un anhelo de BUENOS DÍAS?  Es como revelarle a un familiar, amigo, vecino o lo que fuera, una ferviente invocación a que el actual y los venideros lleguen a ser todos, pero todos, intensamente, BUENOS DÍAS, mucho más que algún menospreciado día solo... solito.

Tras tantas décadas inmerso en la vieja costumbre, me cuesta dejar de decir BUENOS DÍAS, pero ya no tengo dudas que la manera correcta de exteriorizar ese saludo, es simplemente BUEN DÍA. Para qué más.



jueves, diciembre 10, 2015

Lapidaciones, ¿y los derechos humanos?

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Estamos tan acostumbrados a saber de barbaridades en pleno Siglo XXI, que nuestra capacidad de asombro se neutraliza. Violaciones de menores, violencia intra-familiar, sacerdotes que practican la pedofilia (hasta aquí, tal vez, sea igual que en otras épocas), más la existencia de supuestos Estados que a la primera de cambio asesinan quemando vivas a sus víctimas, o en un acto más "compasivo", solamente les cortan el cuello, ya ni nos estremecen.

Todo lo anterior y bastante más, por lo rutinario de esos comportamientos, suele conmovernos menos que un insecto que pasa volando.Y eso sí que es grave. Millones en todo el mundo se encogen de hombros. Nos encogemos de hombros.

Por lo anterior, menos nos tocan los constantes casos, sobre todo en Pakistán según las noticias, en que por costumbres religiosas o tribales de hace miles de años, se sigue lapidando a indefensas mujeres, con el pretexto de haber faltado a la moral o a los convencionalismos. 

Si la chica en cuestión desea establecer relaciones de amor con un muchacho de su agrado, ello le es vedado, porque son sus padres los que tienen derecho a decidir su futuro, unido por lo general a un hombre del doble o más de su edad. Si la pobre niña desacata, puede llegar a ser lapidada con el beneplácito de sus propios progenitores.

Como se trata de hacer esa pena lo más disuasiva posible para futuros desacatos, a la chica se le entierra medio cuerpo y el resto de su humanidad queda a merced de quienes con toda tranquilidad le lanzan piedras, hasta que muere en medio del más atroz de los suplicios.

Pero, claro, pareciera que es "natural" que  esos ritos enmarcados en algún tipo de cultura retrógrada y criminal puedan seguir en vigor, porque el resto de los ciudadanos de la misma latitud y los miles de millones de ¿humanos? en el mundo no nos inmutamos, ni nos sentimos igualmente agredidos. Entre tanta locura que agobia a una humanidad que, en otros aspectos, ha progresado hasta lo increíble, el hecho que como lo más natural del mundo lapiden a desafortunadas chicas,  vale para un pequeño párrafo en el diario, y tal vez ni siquiera para eso.

No hace mucho los yihadistas publicaron un video en que lapidan a una mujer, incluyendo entre los victimarios al propio padre de la dama,  y los pakistaníes hacen lo propio, luego que la infausta chica trató de arrancarse de sus "jueces" para juntarse con su novio, el que le dictaba su corazón. Ah, pero los varones reciben una pena más benevolente. En este caso, el hombre "infractor" solamente fue condenado a recibir 100 azotes. 

A veces parece mentira que estemos en el Siglo XXI.

miércoles, diciembre 02, 2015

Inolvidables tiempos

Restitución de artículo publicado en este blog, casi en sus comienzos.

MARTES, AGOSTO 22, 2006


Las instituciones pasan...los hombres quedan

Periodista
Tiempos de teletipos, lejos todavía de Internet y teléfonos personales.Yo en el Departamento Prensa de Radio Minería, al alba de un día ya muy lejano

El viejo dicho asegura que los hombres pasan, pero las instituciones quedan. Voy a demostrar que, en muchos casos, son las instituciones las que pasan y los hombres los que quedan. 
En mi largo recorrido por los medios de comunicación, me ha tocado asistir a la distancia, porque ya no trabajaba en esas emisoras salvo en una, al funeral de mis queridas radios Prat, Presidente Balmaceda, Cruz del Sur y las más renombradas, Minería y Chilena. 
En el caso de Minería, sí estaba de cuerpo presente cuando nos comunicaron que "no va más". Y al cabo de algunos meses moría una parte importante de la radiodifusión chilena. La radio que hizo de los shows en el viejo auditorio de la calle Moneda, una época inolvidable en el corazón de miles de chilenos. No había artista internacional de categoría que no llegase a Minería, antes del advenimiento de la televisión por cierto. 
Tiempos de Radioteatros en lugar de Telenovelas, tiempos de Mireya Latorre y de Emilio Gaete. En ese entonces yo era solamente auditor de Minería. Auditor de Raúl Matas y Oscar Fock, de La Melodía Misteriosa Philco, del Colmao Llodrá. Al cabo de décadas llegué a esa radio señera, ya cuando el movimiento noticioso copaba gran parte de la programación. 
Eran claramente ciclos nuevos y distintos, en que había que ganarle el quién vive a la tele. Y en ese ámbito, el Correo de Minería fue amo y señor por muchos años. Pero, súbita e inexplicablemente, Minería murió. Con toda su red nacional de emisoras. 
Y tiempo después murió también Radio Chilena, la que supo cautivar a sus auditores en la década de los años 60, con una programación paralela a la incipiente televisión que ya causaba estragos en el dial. Mientras la pantalla chica ganaba adeptos a diario y las casas comerciales vendían más y más televisores, la Chilena en que me tocó en suerte estar, conquistaba la primera sintonía nacional en el aproblemado espectro radial, con inolvidables programas y unas cuántas voces identificatorias: Juan La Rivera, César Antonio Sántis, Pablo Aguilera, Hernán Pereira, Miguel Davagnino, Poncho Pérez, Juan Carlos Gil, Freddy Hube, Miguel Angel San Martín, María Pilar Larraín y quien escribe. 
Antes, mucho antes, ya habían desaparecido radios Balmaceda y Prat. La que llevaba el nombre del héroe del 21 de mayo, fue en la década de los 40 sensación de sensaciones trayendo a Chile al máximo ídolo mejicano de aquellos tiempos, el Charro Jorge Negrete. Fue el trampolín, además, del entonces muy joven Raúl Matas y de otros caudillos de la radiodifusión nacional, como Carlos Alberto Palma. 
Tuve el honor de llegar a Radio Prat en la década siguiente, relatando los partidos del Colo Colo de los hermanos Robledo y la fulgurante aparición del "Ballet Azul" de la "U".Tampoco existe ya radio Presidente Balmaceda, donde Renato Deformes efectuaba los mismos concursos que luego aparecieron como si hubieran sido invento de la televisión. 
En Balmaceda me correspondió narrar el Mundial de 1962, teniendo de comentarista a quien usaba como seudónimo Juan Carlos Franco y que en verdad era aquel ciudadano que con el tiempo iba a ser Ministro de Minería, Benjamín Teplizky, ya fallecido. 
Cierta vez, se nos dijo que el Radioteatro Yarur, tradición de los años 60, no se podía interrumpir "aunque se muriese el Presidente Kennedy". Y por esas cosas del destino, pese a la advertencia, decidí interrumpir el Radioteatro Yarur, cuando los teletipos golpeaban desesperadamente con la noticia de que el Presidente de los Estados Unidos estaba herido tras un atentado. 
Faltaba poco para las 3 de la tarde en Chile, y sobre la base de ese simple anuncio de teletipos, mantuve en alto la noticia mientras llegaban complementos y luego la confirmación de que el mandatario norteamericano ya estaba muerto. ¡Y eso que no se podía interrumpir el Radioteatro Yarur, "aunque se muera Kennedy"!